martes, 7 de diciembre de 2010

Mirones tras el ruedo

Miro el mundo tras un cristal que lo enfoca, desde el cristal de una TV o el de mi ventana, los cristales de unas gafas, a veces oscuras, o entre la niebla sospechosa del poder en la sombra. De repente caigo en la cuenta, mirar, mirar... Entonces surgen preguntas:

Porque siempre y simplemente mirar?

Para llegar a esto ha luchado tanto la humanidad?

Para esto tantas leyes, tantas constituciones, tantas cartas de derechos y obligaciones...

Ah alto, ya se!! precisamente esas leyes, esas constituciones, esas reglas que tanto ha costado a la humanidad establecer nos han hecho comodones, han convertido al ser humano en una oveja obediente al perro que el amo manda para conducirnos. No!! es injusto culpar a los logros, la culpa es en buena parte nuestra, hemos dejado que otros decidan por nosotros porque hemos omitido el ejercicio de nuestros derechos más importantes.

Veo desde mi cristal de “ciudadano”, dícese miembro del redil borrego, al resto de mis congéneres impertérritos mirando como atropellan a una muchacha en la calle, como unos soldados apuntan con sus fusiles a una familia con los brazos en alto, como aguardan presos presuntamente culpables el día de su ajusticiamiento, vemos un niño esquelético llorar de hambre mientras estamos sentados comiendo multitud de platos variados, escuchamos el llanto, vemos la sangre, la muerte sobre las cabezas de gentes tocadas “por el dedo acusador” del justiciero de turno. Todo es una fiesta de colores, un ingenio increíble! pensarán algunos del último modelo de TV Led adquirido, de tamaño a veces superior al de las ventanas que iluminan sus casas.

La humanidad no aprende, hemos desperdiciado todo el tiempo en fiestas, en torpezas y deleites efímeros. Nos hemos convertido en una cabeza en un corral esperando su turno para el matadero. Cada cual piensa: mi cabeza aun esta a salvo, mientras no me llegue el olor del peligro, del miedo ese veraz de una muerte al acecho.

Seguimos mirando como el mundo se reparte cual tarta entre dos perros de presa, cada cual debe satisfacer las ansías devoradoras de su amo. Y la manada mira esperando que no le llegue el turno, indiferentes al propio hecho, embobados mirando una cajita tonta que nos dice con desidia:

“ Tranquilo, tranquilo, esto es solo un producto de tu imaginación, nada de lo que veas tiene parangón con la realidad, y olvida que WikiLeaks existe...”